Hasta aquí hemos llegado

Publicado en El País el 29 de agosto de 2017

En el simposio de Jackson Hole (Wyoming), organizado por el Banco de la Reserva Federal de Kansas City, circula la flor y nata de los banqueros centrales y algunos de los mejores economistas de todo el mundo. El encuentro de este año celebrado hace unos días ha sido una evaluación honesta de los resultados de la política económica (eminentemente monetaria) que ha propiciado una salida parcial de la crisis pero no ha permitido dejarla atrás. Y así parece que será por un tiempo considerable… Si es que no se reabre algún frente, algo que no se descarta. No se han cansado de decirlo los banqueros centrales en los últimos años: el experimento monetario era una respuesta necesaria y contundente pero insuficiente. Ellos han hecho su labor pero recuerdan los límites. Parecen decir “hasta aquí hemos llegado”.

Este Jackson Hole ha sonado a cierre de época. Probablemente incluso el último de Janet Yellen como presidenta de la Fed. Su primer mandato expira en febrero y Trump, aunque siempre impredecible, no parece contar con ella para continuar en el cargo. Y ella no perdió la oportunidad de mandar un mensaje claro a la administración estadounidense. Algo así como: queda mucho por hacer, aunque hasta ahora casi todo lo hemos hecho desde el banco central y, al menos, no lo estropeen eliminando parte de la regulación que ha hecho al sistema financiero más seguro.

Mario Draghi, quien volvía al simposio tras varias ausencias, también pareció cambiar el paso. Sugirió igualmente que el esfuerzo monetario y la regulación financiera habían permitido remontar el vuelo a las economías a ambos lados del Atlántico. Pero siendo consciente de que en la eurozona la vuelta atrás de tal expansión monetaria será más lenta, mostró una considerable preocupación por las políticas proteccionistas que amenazan la recuperación. A falta de estímulos fiscales, la solución es más apertura comercial pero no parece que vayan por ahí los tiros en muchos casos y a Draghi le inquieta.

En cierto modo, la de Yellen y Draghi es una llamada a la responsabilidad a los principales gobiernos mundiales. Se intuía temor en sus palabras. Una preocupación que ilustraron otras intervenciones en las que se evidenciaron retos que requieren extraordinaria mesura y en los que se ha avanzado solo relativamente: encontrar el equilibrio entre responsabilidad fiscal y estímulo al crecimiento, favorecer el comercio internacional mejorando la igualdad o recuperar capacidad adquisitiva ante un cambio tecnológico que deprime los salarios. Se considera que hay una “recuperación económica cíclica” que tiene como referencia tasas de crecimiento de PIB y de empleo similares a las de antes de la crisis pero con peores salarios y expectativas intergeneracionales muy desiguales.

Mi visión personal es que ya ha habido un cambio de paradigma. Ni la productividad, ni el empleo, ni la relación entre oferta y demanda son lo mismo hoy que a principios del 2000. El cambio ya empezó antes de la crisis y, por eso, es difícil volver a algo que teníamos hace diez años porque la estructura económica es ya otra.

El agosto del bitcoin

Publicado en El País el 22 de agosto de 2017

El origen de la moneda virtual fue el bitcoin. No importa cuántos intentos previos o iniciativas hayan coexistido o acaben surgiendo. Tampoco será lo más importante si la historia del bitcoin es breve —ya son muchos augurios fallidos sobre su caída— o perdura. Sus límites cuantitativos están marcados por su propia configuración —como señalaba este mismo diario anteayer— pero su influencia y las derivaciones cuasi filosóficas de su uso ya han arraigado profundamente. Este verano está siendo el del bitcoin porque su cotización se ha disparado y porque se ha desdoblado para dar cabida a otro registro paralelo (bitcoin cash).

Sin embargo, también este verano han surgido rumores sobre operaciones internacionales de lucha contra el fraude, como el de una plataforma de intercambio que ofrecía bitcoins con descuento para agilizar el blanqueo de fondos, 4.000 millones de dólares desde 2011. Es cierto que casi siempre son las noticias negativas las que proliferan pero la propia esencia del bitcoin como alternativa al dinero fiduciario sigue presente también en otros usos y en la aceptación creciente del mismo en los ámbitos público y privado. Precisamente, esa confianza hacia las instituciones emisoras que entraña lo de fiduciario ha hecho del bitcoin una alternativa para proteger los fondos y permitir las remesas de los ciudadanos que ya no confían en sus países, donde las divisas y las instituciones monetarias están azotadas por una crisis económica aguda.

Aunque el valor del bitcoin siga subiendo, todavía está por ver que vaya a ser una alternativa cuantitativamente competitiva para las monedas tradicionales pero sí puede ser una opción teórica de desarrollo de sistemas equivalentes. Por eso, siempre surge la pregunta de hasta qué punto es controlable el flujo de fondos con bitcoins cuando su esencia es la libertad y el anonimato.

El regulador estadounidense ya considera a algunas plataformas como servicios de inversión y trata de englobarlos en su paraguas regulatorio. Un intento seguramente tan necesario como probablemente estéril. No sabemos cuántos agostos le quedan al bitcoin pero éste está siendo impresionante y será difícil ponerle puertas al campo.

 

 

Aprendiendo de Japón

Publicado en El País el 8 de agosto de 2017

He de reconocer que soy un enamorado de Japón, desde donde escribo estas líneas. Cuando estoy aquí no puedo dejar de pensar en muchas cuestiones de índole económica y social de las que este país es prontuario y de cuya experiencia España puede aprender. Son dos naciones muy distintas pero con una relación cultural de mutua admiración. No sería baldío ahondar también en la vertiente comercial e intelectual. Mucho ha cambiado este entrañable país desde que los estadounidenses, con el comodoro Perry a la cabeza, se presentaron en la Bahía de Edo (la Tokio actual) en 1853. Desde aquel shogunato hasta la moderna Japón se han producido extraordinarias transformaciones pero casi siempre se ha conseguido mantener una dignidad y elegancia con escaso parangón.

De la economía japonesa se puede aprender de lo bueno y de lo malo. Precisamente, uno de los rasgos que define la transformación industrial es su capacidad para asimilar los avances de otros y mejorarlos, con seriedad y eficiencia. La educación —incluyendo valores y disciplina— es una virtud de la que hacen gala no solo para prosperar sino para resurgir de grandes recesiones, aunque sea de forma lenta y con extraordinario tesón. Tras la última gran crisis financiera —que afectó más a Europa y EE UU— Japón intenta hacer frente a dificultades que comparte con otros territorios pero que, en su caso, son desafíos de extraordinario calado. Fruto de sus amplios programas de estímulo para tratar de relanzar la economía, su deuda pública dobla a la española, por encima del 200% del PIB. Sus programas de ajuste y los reducidos tipos de interés pueden ayudar a sobrellevar esta carga pero su sistema de protección social presenta serias dificultades de sostenibilidad intergeneracional (como en España). La población es de las más longevas y envejecidas del mundo y los costes del sistema (pensiones, sanidad, dependencia…) recaen de forma abrupta en menguantes generaciones de jóvenes. Los mismos que han sufrido el grueso de duros ajustes salariales, con sueldos a la baja en términos reales. ¿Les suena esta historia?

Ahora el ejecutivo se propone subidas de salarios y fomentar los contratos fijos, que pretenden servir de revulsivo fiscal para aumentar el consumo y la inflación. Pero, de momento, el impulso ha sido tímido. Y el Banco de Japón se ha visto obligado a prolongar hasta 2019 su objetivo de alcanzar una inflación del 2%. Así, se queda junto al BCE como las autoridades monetarias que tratan de mantener los estímulos por un período más prolongado. La diferencia es que, en Japón, el debate sobre la necesidad de política fiscal y sobre las reformas precisas para hacer los sistemas de bienestar sostenibles está mucho más presente.

Asimismo, Japón no se ha arredrado ante el cúmulo de acciones proteccionistas y unilaterales de países como Reino Unido o EE UU. De hecho, para el estupor del mundo anglosajón, ya ha trazado planes contingentes preferentes con la UE. El país más ortodoxo en sus tradiciones es uno de los más heterodoxos en sus políticas económicas hoy en día.

Turisboom

Publicado en El País el 1 de agosto de 2017

Hay dos realidades del turismo en España, la de los grandes números y la de la experiencia social de cada territorio. Se aprecia, mes a mes, el vértigo de la superación de récords de visitantes, pernoctaciones y otro amplio número de indicadores. España vive un auténtico boom turístico. Pero en este turisboom se aprecian opciones muy distintas de desarrollo con diversas implicaciones para su sostenibilidad.

Este lunes conocimos los datos de Frontur que indican que España recibió hasta junio la visita de 36,3 millones de turistas extranjeros, un 11,6% más que en el mismo mes de 2016. Reino Unido, con 8,5 millones de visitantes, es el principal país de procedencia con un incremento del 9,1% respecto al mismo periodo de 2016, lo que sugiere que el impacto del Brexit aún no se ha hecho notar. España ya recibió 75 millones de visitas en 2016 y en 2017 se espera llegar a 84 millones. Las noticias son extraordinarias pero hay que cuidar a la gallina de los huevos de oro.

Las excesivas dependencias del crecimiento económico respecto a un determinado sector no son buenas. Salvando las distancias, la construcción presentaba hace algo más de una década números que nadie quería interrumpir pero una subordinación desmedida del empleo a un sector que no iba a poder mantenerlo a largo plazo. El caso del turismo es distinto pero también entraña riesgos. Es gracias a este sector que España crecerá a finales de año batiendo de nuevo previsiones, holgadamente por encima del 3%. Y también la expectativa de reducción del desempleo por debajo del 17%. Pero como en el deporte, cuando los récords se baten una y otra vez conviene también analizar posibles casos de dopaje. El empleo es excesivamente temporal y los salarios hace tiempo que deberían haber crecido con un poco más de alegría.

Condicionantes como la estacionalidad son consustanciales a la actividad turística pero no impiden que una apuesta por la calidad y la diversificación reduzca su impacto en la sostenibilidad del empleo. El turismo en España es, en general, de gran calidad pero esta ofrece distintas posibilidades según el modelo. Y, en el caso español, predomina el de elevado número de visitantes y con menor ingreso medio frente al de visitas más prolongadas de menos visitantes y con mayor gasto promedio. No es que haya que apostar por un “turismo de ricos” pero la propia experiencia dicta los límites de cierta opciones. En algunas localizaciones el modelo turístico amenaza con hacer desaparecer la esencia propia del territorio. En determinados casos esto ya se ha producido y, en otros, se plantea cómo frenarlo o cómo transformar y diversificar las opciones. Entre Venecia y Montecarlo hay muchas opciones.

Apostar por modelos sostenibles implica que ese adjetivo pueda ser exportable al empleo y al arrastre que el turismo produce en otros sectores. De hecho, la incidencia indirecta en otras actividades hace que se estime que la contribución del turismo al producto interior bruto sea del entorno del 16%. Hay que tratar de que ese pedazo de la tarta no se desmorone.