Paridad inquietante

Publicado en El País el 13 de julio de 2022

Este martes, tal y como se temía desde hace algún tiempo, el euro alcanzó la paridad con el dólar estadounidense. Nadie se atreve en estos momentos a especular que pasará con el valor de las dos divisas principales del mundo en los próximos días y semanas, pero hay que recordar que en el último año el euro se ha depreciado con respecto al dólar más del 15,6%. Es una tendencia intensa y llena de significado. Muchos son los factores que explican esa evolución. Sin duda, la economía de la Eurozona está mucho más expuesta a la guerra de Ucrania y a las consecuencias de las sanciones a Rusia, en particular lo que acontece alrededor del gas de ese país. Sin embargo, además de un elemento geopolítico de tanta trascendencia, hay razones financieras y económicas que han hecho perder valor al euro.

Los tipos de interés —desde luego, los oficiales, los primeros— continúan siendo más bajos en Europa que en Estados Unidos, por lo que los activos denominados en dólares son más demandados, ya que ofrecen en estos momentos una mayor rentabilidad. El capital fluye hacia esa divisa, encareciéndola con respecto al resto, incluido el euro. Una cuestión coyuntural que lógicamente afecta son las mayores dudas actuales sobre lo que el Banco Central Europeo podrá hacer en materia de control de inflación y a la vez evitar una fragmentación financiera en la zona euro, para lo que la implantación de un nuevo mecanismo potente y creíble de compra de deuda parece más necesaria que nunca. Casi me atrevería a afirmar que urgente. No puede olvidarse, además, que en medio de tanta incertidumbre el dólar se ha convertido en moneda refugio.

La economía europea ha mostrado una menor competitividad que la estadounidense desde hace tiempo. Eso no se había reflejado en el valor relativo del euro y el dólar, pero con la llegada de las turbulencias, todo pesa. Más aún, con la enorme vulnerabilidad del Viejo Conteniente en materia de energía. La desaceleración económica —el Eurogrupo ha anunciado que va a empeorar nuevamente sus previsiones tanto en crecimiento del PIB como en inflación— puede acabar en recesión en los países más dependientes del gas ruso. La incertidumbre y la subida de tipos está aminorando el potencial de crecimiento de las economías. El gran riesgo en Europa —sobre todo en Alemania, motor económico del continente— está en el corte de suministro de gas ruso. Esa amenaza ya genera efectos negativos, tal y como reflejó el indicador del instituto de análisis alemán ZEW publicado este martes, que muestra una confianza bajo mínimos de los inversores para la economía teutona.

Muchos exportadores europeos puede que se alegren de ese abaratamiento del euro, que aumenta la competitividad de sus bienes y servicios. Sin embargo, no llegará a todos: las expectativas para los sectores económicos intensivos en energía y orientados a la exportación están cayendo pronunciadamente. Las importaciones de combustibles —que se compran en dólares— se encarecerán. Por si fuera poco lo que ya teníamos, esa paridad del euro y dólar se añade a la lista de notables inquietudes económicas de los próximos trimestres.

Banco centrales, entre líneas

Publicado en El País el 7 de julio de 2022

En las últimas cuatro semanas, diferentes autoridades (bancos centrales, gobiernos, organismos internacionales) han agravado sus mensajes sobre la duración y nivel de la inflación y las consecuencias socioeconómicas que tendrá. Estamos más preocupados que a principios de junio, más aún tras los últimos datos de crecimiento de precios. La Reserva Federal fue quizás el primero que notablemente endureció la descripción de la realidad económica el 14 y 15 de junio, y sus decisiones acompañaron a ese nuevo diagnóstico. Lo reflejan las actas de esa reunión publicadas este miércoles.

Las actas de los bancos centrales permiten conocer detalles más asentados (son de unas semanas antes) de las discusiones recientes. Se puede hacer una lectura entre líneas, aunque las circunstancias pueden haber cambiado cuando se publican. Este jueves también saldrán las de la última reunión de política monetaria del Banco Central Europeo, del jueves 9 de junio. Mucho ha llovido desde entonces. Aunque seguro que tiene aspectos de interés, los acontecimientos se han precipitado a posteriori, en lo relativo a las perspectivas de subidas de tipos en la Eurozona y la necesidad de acelerar en la creación de un mecanismo anti-fragmentación de compra de deuda pública, sobre el que aún no se conocen suficientes detalles.

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Dicho esto, en las actas de la Fed del 14 y 15 de junio supimos que parece estar dándole prioridad al control de la inflación sobre la posibilidad de lograr “un aterrizaje suave” de la economía (evitar la recesión). No descarta nuevas subidas de hasta 0,75 en el tipo oficial, aunque pueda tener efectos muy negativos para la actividad económica. Se confía en que es más probable que la recesión sea breve, estrategia no exenta de riesgos. Asimismo, se observa que la Fed parece estar más preocupada por la inflación general que por la subyacente. Los consumidores están recibiendo un duro impacto, sobre todo por el crecimiento de precios de productos frescos y energía, que están cambiando sus expectativas de inflación. Esos componentes solamente se recogen en el índice general.

Si los individuos perciben, como empieza a ser el caso, que los precios continuarán aumentando, van a preferir consumir hoy a mañana. Por eso, el consumo no flaquea significativamente. Ahí es donde la Fed se está planteando actuar, con una probable nueva subida de tipos de 0,75 este julio, para atornillar los esfuerzos que “enfríen” ese gasto con el encarecimiento del dinero. Y, a la vez, mostrar su determinación de combatir la inflación con fuerza, que podría desmontar esa perspectiva psicológica de que el encarecimiento de la cesta de compra va para largo.

A pesar de los numerosos factores relevantes externos -impacto del conflicto bélico de Ucrania y sus consecuencias-, y del papel que tienen las decisiones de otras administraciones públicas, la gran batalla en esta guerra de la inflación va a acontecer en el terreno de las expectativas. Ahí es donde los bancos centrales tienen muchísimo que decir. Ahora sí, las autoridades monetarias -el BCE también- están recuperando con fuerza la iniciativa, lo que debería ayudar a recuperar su credibilidad en materia de estabilidad de precios lo antes posible.Comentarios

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