Ola de calor para los bancos

Publicado en El País el 4 de agosto de 2020

En las civilizaciones antiguas, la alineación de la estrella Sirio con el sol era la señal de los días más calurosos del año. Para algunas, anunciaba también cambios de época, nuevos paradigmas. Estos días, la canícula ha llegado a los bancos. Al contrario que en la crisis financiera, esta vez son termómetro más que fiebre. Han realizado movimientos anticipativos absorbiendo pérdidas. Aun conscientes de que la incertidumbre persiste, los bancos estiman que el otoño-invierno será duro. Los resultados de los bancos españoles, en línea con los de otras instituciones en todo el mundo, han ido significativamente a la baja.

Hay una lectura más allá del sector bancario: quien no ha acumulado recursos va a tener complicado aguantar los golpes. Las entidades financieras españolas han dotado ya 12.000 millones para deterioros, al tiempo que han conseguido que su solvencia siga reforzándose. Aunque en la casa haga mucho calor, los pilares están más firmes que hace una década. Ha habido más señales de prudencia, como dar de baja créditos fiscales que no podrán llegar a aplicarse o reducir el fondo de comercio de algunos negocios internacionales. Al contrario que en la anterior crisis, gran parte del impacto está ahora viviendo de fuera (como Reino Unido o parte de Latinoamérica). No bastará sólo con que las cosas mejoren (si lo hacen) por estos lares. Desde Londres a Hong Kong, los bancos han duplicado o triplicado provisiones.

Las entidades financieras están siendo partícipes en muchos países de programas de financiación oficial para intentar sostener el tejido empresarial y reactivarlo. Se pretende evitar una caída de la actividad aún mayor que la que los confinamientos y la retracción del consumo e inversión han causado, sino también frenar los impagos entre empresas que, al fin y a la postre, acaban llegando también a la morosidad bancaria. En este sentido, por ejemplo, el golpe de la covid-19 a los resultados de los bancos puede acabar siendo mayor en Estados Unidos que en Europa porque hay mucho temor en torno al mercado de deuda corporativa norteamericano, que mueve más de 20 billones de dólares y que en marzo hizo sudar la gota gorda a la Reserva Federal para reducir el miedo a posibles colapsos.

También se están observando diferencias en resultados bancarios derivadas del impacto de la volatilidad en la banca de inversión. La rentabilidad de algunos bonos está en mínimos históricos y ha permitido -con la intervención de bancos centrales- que algunas entidades financieras internacionales maquillen algo sus pérdidas aprovechando movimientos en renta fija y mejorando su posicionamiento en unas bolsas aparentemente desconectadas de la economía real. Asimismo, anda revuelto el mercado cambiario -algo que también reflejan los resultados bancarios- con las tensiones entre China y Estados Unidos en todo lo alto y muchos emergentes sufriendo el impacto de la covid-19 de forma creciente.

Como en otros muchos sectores, lo que el sector bancario va a precisar es la certidumbre de un control sanitario que aún no se observa. Por ahora, los movimientos estratégicos de la banca parecen de precaución y aviso.

 

 

 

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